La Escuela de Ciegos y Disminuidos Visuales tiene más de 30 chicos integrados a escuelas comunes. La institución cumple las Bodas de Plata.
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“La sociedad los empezó a ver, el trabajo para demostrar que ellos pueden, también se corresponde con una sociedad que los empeza a ver, es muy importante la actitud”, dice la profesora Beatriz Ricciuti, maestra integradora de la Escuela de Ciegos y Disminuidos Visuales.
La institución arriba a las bodas de plata el próximo 12 de mayo. “Hay que seguir trabajando en ver al otro en sus necesidades, en despertar en el otro la conciencia de que somos distintos”, sostiene la directora Susana Valle.
Los docentes están preparando el acto que se realizará el 12 a las 10 de la mañana. Y destacan el trabajo realizado durante estos años, los avances en la integración de los discapacitados visuales en la sociedad, aunque también las necesidades “urgentes” de la institución.
La institución
La escuela comenzó a funcionar en 1986 en la calle Pellegrini, como un servicio de atención para personas con discapacidad visual. La responsable era Emilce Gutiérrez, principal impulsora de la obra cuando el ministro de Educación era Jorge Pica, en el gobierno de Néstor Ahuad. Tenía 3 docentes y una matrícula de 12 chicos.
En 1989 se transformó en escuela, junto con la de General Pico. Y en el 94 se inaguró el actual edificio en la calle Leguizamón 1151.
Actualmente, tiene una planta docente con 10 cargos de maestra integradoras, 1 psicopedadoga y 1 asistente social, 1 profesor de educación física, 2 copistas y 2 porteros.
La matrícula es de 70 personas, desde bebes a adultos. Más de 30 de ellos son alumnos que están integrados en 27 escuelas comunes de Santa Rosa y el interior y a los cuales las maestras integradoras acompañan algunos días.
En sede, trabajan en áreas específicas, como orientación y movilidad; actividades de la vida diaria; computación; educación física; Braile; y estimulación visual.
También hay talleres de adultos y de trancisión a la vida adulta.
La integración
“El objetivo de la escuela es la integración escolar, social y laboral”, cuenta Susana Valle, la directora actual. Y aclara que “esta escuela se abrió integrando, nunca fue una escuela cerrada”.
El trabajo de integración de ciegos y disminuidos visuales a las escuelas comunes es uno de los ejes principales de la escuela. “Ya tenemos chicos egresados en la universidad y en el terciario”, se enorgullecen.
“Esto es significativo. La sociedad empezó a ver. Pero también ellos se animan a salir. A veces por los prejuicios no se animan a llegar a la escuela y se quedan en su casa”, explican.
“Cuesta romper el prejuicio. De la sociedad hacia ellos y de ellos mismos. Para eso, la familia es fundamental, las posibilidades de vida que le dan y el aocmpañamiento para que se integren”, añaden.
Las docentes reconocen que las aulas de las escuelas comunes están abarrotadas de alumnos y que tener un discapacitado visual recarga aún más las tareas. “Por eso reclamamos más cargos y personal para el acompañamiento, para que realmente sea efectivo”, confían.