En América Latina, región en la que residen más de 525 millones de personas, se estima que 5.000.000 de ellas tienen alguna discapacidad visual. En países en vías de desarrollo en los que existen grandes desigualdades, las personas con discapacidad se ven claramente desfavorecidas. Según datos de Naciones Unidas, cerca del 82% de las personas con discapacidad de Latinoamérica vive bajo el umbral de la pobreza y en muchos casos en situaciones de pobreza extrema. En la base de esta situación se encuentran circunstancias como la falta de acceso a la educación de los niños y niñas con discapacidad, que aún en caso de estar escolarizados, no suele recibir la atención necesaria y específica para afrontar su etapa educativa con niveles de calidad adecuados y equitativos a los de los demás alumnos. A su vez, esta situación provoca que, según estimaciones de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), más del 85 % de las personas con discapacidad que podrían trabajar, carezcan de empleo. 
  
Así, nos encontramos ante un panorama que no brinda a quienes tienen una discapacidad visual grave oportunidades de recibir una educación de calidad, el acceso a programas que los habiliten para poder desarrollar una vida independiente, formación que los capacite para que puedan optar a un empleo, en definitiva, la oportunidad de ser parte activa de la sociedad en la que viven y con la que conviven.

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