Tras participar en un torneo internacional en Colombia, donde venció al campeón argentino por primera vez. En Mendoza lleva adelante el proyecto “ajedrez inclusivo”.
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Unos minutos después de que Juan Carlos Montenegro (33) ha llegado al diario, un periodista, ajedrecista al igual que el entrevistado, se acerca para conocer cómo juega una persona no vidente. De pronto, el curioso lanza una letra y un número, con lo que define -a la manera de la batalla naval- el casillero al que mueve una pieza. Las referencias se van cruzando a un ritmo vertiginoso y de esta manera se dibujan en la mente de los participantes las jugadas y el tablero inexistente.
Para el que está fuera de la contienda resulta difícil asir el mapa cambiante, pero los dos siguen un tiempo enfrascados hasta que deciden suspender el juego para permitir que continúe la entrevista, conformes porque ya “se probaron”.
Aunque los ciegos pueden jugar así -algo que también practican en ocasiones los ajedrecistas sin problemas visuales-, Juan Carlos explica que utilizan un tablero y piezas especialmente preparados para seguir el desarrollo de la partida, en especial cuando se extiende por dos o tres horas y adquiere más complejidad.
Montenegro volvió hace unos días de Colombia y se trajo la satisfacción de haber obtenido el octavo puesto, entre 56 participantes, en el Campeonato Americano de Ajedrez para Ciegos y Limitados Visuales 2013. Además, fue el argentino que alcanzó el lugar más alto y logró vencer a su amigo bonaerense José Luis López, quien ha sido tres veces campeón nacional. Con una sonrisa, explicó que nunca le había podido ganar en el país y tuvo que viajar para derrotarlo.
Como también quedó más alto en la tabla que el campeón nacional del año pasado (Roberto Elías), el joven mendocino espera ansioso la final del torneo para definir al de 2013, que se desarrollará entre el 10 y el 14 de diciembre en San Luis.
Proyecto en las escuelas
Juan Carlos nació con una patología genética. Su visión estaba disminuida y en la adolescencia se redujo drásticamente. Ahora no distingue formas sino apenas luces y sombras. Quien le enseñó lo básico del ajedrez, es decir cómo se movían las piezas, fue su profesor de Educación Física en la escuela especial Hellen Keller. Desde entonces, jugó con su hermano y con amigos, e incluso participó en partidas amistosas con ajedrecistas no ciegos.
Recién en 2008, cuando se creó la asociación Ajedrecistas Ciegos Unidos de Argentina (de la que es vocal), viajó a San Luis para participar por primera vez de un torneo con sus pares. Sin embargo, no sólo le interesan los certámenes sino compartir con otros su experiencia. A mediados de año comenzó a dar clases de ajedrez a niños y jóvenes de 6 a 20 años en tres escuelas: la Hellen Keller de Godoy Cruz, la Alberto Juaire de San Martín y la Club de Leones de Tunuyán.
Juan Carlos detalla los beneficios que el ajedrez ofrece a quienes lo practican, como aprender a confrontar con la derrota y con el triunfo, a realizar cálculos matemáticos y a desarrollar el pensamiento abstracto. El proyecto “ajedrez inclusivo”, que desarrolla junto con Carolina López (quien se encarga de las estrategias pedagógicas), contó con el apoyo de la DGE y Montenegro espera que se continúe el año próximo.
Esto, para que mayor cantidad de chicos no videntes puedan beneficiarse con lo que enseña el juego, más allá del tablero, para sus propias vidas. “No importa si van a competir o no, sino que se les abra su cabecita”, plantea el papá de cuatro hijos, de 7, 5, 4 y 1 año (quienes no heredaron la patología).
Aunque también a él mismo convertirse en instructor lo incentivó a concretar un proyecto pendiente: tener su título secundario. Juan Carlos cuenta que sólo completó la primaria porque cuando era chico había que estudiar en un colegio común y pagar a alguien para que “tradujera” los materiales a Braille.
Pero ahora tiene planeado cursar en un CENS donde envían las cartillas por e-mail y, gracias a la tecnología, utiliza un programa de computadora que lee los mensajes. Para ilustrarlo muestra su teléfono celular con pantalla táctil, que tiene una aplicación de voz que hasta le permite mandar mensajes de texto.